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Cómo descubrieron los elementos químicos: historias de la tabla periódica

Detrás de cada símbolo hay una historia humana: accidentes, intuiciones, rivalidades científicas y hasta errores felices. En este viaje por la tabla periódica, exploramos cómo se descubrieron algunos elementos que transformaron para siempre la química… y nuestra visión del mundo.

El fósforo: un alquimista, 50 cubos de orina y un resplandor misterioso

En 1669, el alquimista alemán Hennig Brand intentaba encontrar oro a partir de la orina humana. Después de hervirla durante días y destilarla con arena, obtuvo una sustancia blanca que brillaba en la oscuridad: el fósforo.

Aunque su búsqueda era mística, el hallazgo fue el primer elemento químico aislado en laboratorio. Su secreto fue robado por otros alquimistas y comercializado por Robert Boyle, quien daría origen a los primeros fósforos.

Fue el comienzo de la química moderna… aunque con métodos poco convencionales.

Brand murió en la pobreza, sin saber que su hallazgo accidental fundaría una industria global.

El oxígeno: rivalidad, fuego y el fin del flogisto

El oxígeno no fue descubierto por una sola persona, sino por tres científicos en paralelo:

Este descubrimiento enterró definitivamente la antigua teoría del flogisto y fundó los pilares de la química moderna.

El helio: un elemento descubierto… en el Sol

En 1868, durante un eclipse solar, los astrónomos Janssen y Lockyer detectaron una línea espectral amarilla que no coincidía con ningún elemento conocido. Supusieron que se trataba de un nuevo gas, al que llamaron helio, por Helios, el dios griego del Sol.

No fue hasta 1895 cuando William Ramsay lo identificó en la Tierra, calentando uraninita, un mineral radiactivo. Lo que habían visto en el espacio… estaba también bajo nuestros pies.

Hoy sabemos que el helio representa cerca del 24% de la materia visible del universo, pero en la Tierra es escaso, no renovable y esencial para tecnologías como la resonancia magnética.

El francio: una partícula fantasma en la tabla

En los años 30, la existencia del elemento 87 era una incógnita. Algunos creían haberlo encontrado, pero sus pruebas eran inconsistentes.

Fue Marguerite Perey, en 1939, quien logró identificarlo mientras estudiaba el actinio. Detectó una radiación inesperada, y tras años de trabajo, demostró que se trataba de un nuevo elemento: el francio.

Es el segundo elemento más raro de la Tierra (tras el astato): se estima que hay menos de 30 gramos en toda la corteza terrestre. Su vida media es tan corta que nunca ha podido aislarse en masa.

Perey fue la primera mujer en ingresar en la Academia de Ciencias de Francia.

Ciencia con rostro humano

Estos elementos no se descubrieron en silencio ni en soledad. Cada uno refleja una emoción humana distinta:

La tabla periódica no es solo una herramienta científica: es un diario de obsesiones humanas. Y aunque hoy los elementos se sintetizan en laboratorios con aceleradores de partículas, el espíritu de Brand, Scheele, Ramsay o Perey sigue vivo.

Hoy, el elemento más pesado de la tabla (oganesón, sintetizado en 2002) dura solo 0.7 milisegundos… pero su existencia prueba que las historias como las de Brand y Perey aún tienen páginas por escribirse.

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