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Teorema de los cuatro colores: ¿por qué siempre bastan 4 para colorear cualquier mapa?

¿Y si te dijera que, sin importar cuán enrevesado sea un mapa, nunca necesitarás más de cuatro colores para pintarlo sin que dos vecinos compartan color? Esta es la esencia del famoso problema de los cuatro colores, uno de los retos más intrigantes de las matemáticas del siglo XIX y XX.

El origen de la pregunta

El problema nació en 1852, cuando Francis Guthrie, un estudiante de matemáticas en Londres, se dio cuenta de que al colorear un mapa de los condados de Inglaterra parecía bastar con cuatro colores. Se preguntó si esto sería siempre cierto para cualquier mapa, y su profesor Augustus De Morgan lanzó la cuestión a la comunidad matemática.

Importante: dos regiones se consideran vecinas sólo si comparten una frontera de longitud finita (no solo un punto).

La conjetura de los cuatro colores

El enunciado era simple:

“Cualquier mapa plano puede colorearse con, como mucho, cuatro colores, de forma que dos regiones adyacentes no compartan color.”

Durante más de un siglo, la conjetura resistió los intentos de demostración. Muchos matemáticos encontraron casos parciales o demostraciones incompletas, pero no una prueba general.

Incluso hubo errores famosos: en 1879, Alfred Kempe publicó una supuesta demostración que fue aceptada durante 11 años… hasta que se descubrió un fallo.

La solución llega con la computación

El problema no se resolvió hasta 1976, cuando Kenneth Appel y Wolfgang Haken, de la Universidad de Illinois, demostraron que cuatro colores son suficientes para cualquier mapa.

Su estrategia fue revolucionaria:

  1. Reducir el problema a 1936 configuraciones posibles.

  2. Usar un ordenador para verificarlas una por una.

Fue la primera gran demostración matemática asistida por ordenador, y generó debate: ¿una prueba sigue siendo “matemática” si ningún humano puede verificarla completa a mano? Este enfoque dividió a la comunidad matemática.

Más allá de los mapas

El teorema de los cuatro colores no solo es una curiosidad geográfica. Pertenece a la rama de la teoría de grafos y tiene aplicaciones en:

Conclusión

El problema de los cuatro colores nos recuerda que preguntas sencillas pueden esconder una enorme profundidad matemática. Lo que comenzó con un estudiante pintando mapas acabó cambiando la forma en que entendemos las pruebas y abriendo la puerta a la matemática asistida por ordenador.

La próxima vez que veas un mapa coloreado, piensa: detrás de esa simple paleta de cuatro colores hay siglos de genio humano y la potencia bruta de los primeros ordenadores.

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